Tengo la sensación de que se me va la cabeza.
Es ese sentimiento que te hace perder un poco la cordura, y
comienzas a experimentar una leve sensación de euforia, como si un torrente
desbordante de ideas inundara tus pensamientos. Es excitante descubrir estas cosas junto a ti.
Los rosados atardeceres, el olor de tu pelo, tus pequeñas
manos, tus caricias, tus abrazos. Todo es tan perfecto que creo estar flotando
en una nube. Un gracioso cosquilleo recorre todo mi cuerpo, y entonces se me
dibuja una sonrisa en la cara que me es imposible de ocultarte.
Hoy volveré a verte en la escuela y, mientras salimos de
clase, nos encontraremos en la estatua de las manos.
Eres tan bonita, tan preciosa, que tengo miedo de perderte. No
puedo imaginarme hacer nada si tú no estás.
Hace poco has abierto un cuaderno de bitácora, ¿será que ya
me has escrito?
Ansío tanto ese momento, en el que teclees los dulces versos
que te recito, o que me escribas como en esas cartas que me haces llegar en papel
cuadriculado hasta el pupitre.
Antes de acostarte acuérdate de mí, acuérdate de escribirme
y de sonreír.
Te quiero.
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