sábado, 31 de enero de 2015

Corazón templario

Este relato participa en el concurso de relatos "Del más allá" de El Círculo de escritores. Yo no soy el autor de esta obra, el mismo lo encontraréis a pie de página.


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En el suelo de aquel páramo yacían los cadáveres de mis compañeros y podía escuchar los gritos de agonía de otros tantos. El ejército enemigo avanzaba y nos superaba en número, pero nuestro general estaba tranquilo, tanto, que nos inspiraba una confianza colosal.

El enemigo cargó contra nosotros pero conseguimos detenerlos a costa de un ínfimo número de bajas aliadas. Sin embargo, nuestro general ya no mostraba esa calma que lucía al principio de la batalla, unos minutos después escuchamos un grito diciendo: ¡retirada! 

Pero era demasiado tarde. Un aluvión de flechas oscureció el cielo. Algunas de ellas chocaban entre sí mientras permanecían en el aire, eso es lo que pude ver antes de que tres de ellas me alcanzasen.

Yo aún permanecía en pie, contemplando la gravedad de mis heridas, en ese momento mi mente es como si no se encontrase en este mundo.

Imágenes del pasado se mezclaban con lo que estaba sucediendo en el presente.

Pensé en mi familia, y di un paso al frente.
Pensé en mis valientes aliados, y avancé de nuevo.
Pensé en porqué estaba luchando, mis pasos se ralentizaban a la vez que pude vislumbrar al enemigo a pocos metros de mi.

Finalmente, pensé en qué es lo que hay tras la muerte.

Otra flecha atravesó mi pecho. Caí de rodillas y todo se oscureció para mí.
 
***

Relato escrito por Ángel Martínez Mínguez.

viernes, 30 de enero de 2015

La bitácora en la que me escribirás



Tengo la sensación de que se me va la cabeza.

Es ese sentimiento que te hace perder un poco la cordura, y comienzas a experimentar una leve sensación de euforia, como si un torrente desbordante de ideas inundara tus pensamientos. Es excitante descubrir estas cosas junto a ti. 

Los rosados atardeceres, el olor de tu pelo, tus pequeñas manos, tus caricias, tus abrazos. Todo es tan perfecto que creo estar flotando en una nube. Un gracioso cosquilleo recorre todo mi cuerpo, y entonces se me dibuja una sonrisa en la cara que me es imposible de ocultarte.

Hoy volveré a verte en la escuela y, mientras salimos de clase, nos encontraremos en la estatua de las manos. 

Eres tan bonita, tan preciosa, que tengo miedo de perderte. No puedo imaginarme hacer nada si tú no estás.

Hace poco has abierto un cuaderno de bitácora, ¿será que ya me has escrito?

Ansío tanto ese momento, en el que teclees los dulces versos que te recito, o que me escribas como en esas cartas que me haces llegar en papel cuadriculado hasta el pupitre.

Antes de acostarte acuérdate de mí, acuérdate de escribirme y de sonreír. 

Te quiero.

martes, 27 de enero de 2015

El fotógrafo


Tengo miedo de las sombras.

No me moveré de donde estoy, no me atrevería a recibir otro castigo.

El pasillo es inquietantemente obscuro. Solamente a través de la pequeña rendija de la puerta se puede observar el filo cortante de un tenue haz rojizo. En esa sala es donde les hace la tenebrosa entrevista.

Allí, “el fotógrafo”, como se hace llamar, entrevista a las candidatas, que recluta de forma anónima a través de periódicos y medios digitales. El fotógrafo es amable con ellas, las hace cumplidos y las regala cosas una vez que las conoce. 

En su sala de estudio revela a la luz tenue del foco las instantáneas, al estilo tradicional para obtener la mejor calidad, según dice.

Primero, les toma unas bonitas y sugerentes fotografías que vende posteriormente a sus clientes. De cara al público es un personaje extremadamente persuasivo. A medida que avanzan las sesiones, espaciadas estratégicamente en el tiempo, les ofrece una mayor cantidad de dinero mientras desnudan sus cuerpos ante los flashes de la cámara.

Si le gustas mucho, es probable que te haga morbosas proposiciones y acabes con él entre las sábanas, emitiendo provocadores gemidos.

Pero ten cuidado con lo que te digo: si te niegas o, más bien, te sigues negando a lo largo del tiempo y no terminas tu relación pseudocomercial con el susodicho, este podría sacar a relucir su lado menos amable. No es recomendable ver al fotógrafo enfadado, es mejor mantenerle contento. Se alimenta de nuestra dulce inocencia.

A mí me mantiene encerrada en este sótano desde hace varios días. Dice que soy su favorita.

Ya no tengo miedo de las sombras.

Temo no volver a ver jamás la luz del día.

domingo, 25 de enero de 2015

Aviso: Dominio .es en proceso

Hola a todos!!

En un plazo de 24 a 48 horas por fin el blog tendrá el dominio .es, correspondiente al territorio español.

Un saludo y gracias a todos los visitantes del Blog!!  ◕ ‿‿ ◕


lunes, 19 de enero de 2015

El último adiós


Creo que he visto a ese hombre más veces. Creo que ya lo recuerdo. Estaba cuando murió mi abuelo. Y mi padre. Y otros miembros de mi estimada familia.

Por unos segundos he tenido esa visión de estar presenciando algo sobrenatural. Como sea, recuerdo con clara y firme serendidad el día en que murió mi padre.

sábado, 17 de enero de 2015

Mercancía china


El joven Roldán vivía con su familia en un piso céntrico de la ciudad. Su posición era privilegiada, su padre era empresario y él iba a una escuela privada. El chico destacaba por su inteligencia, además era bastante curioso.

Recientemente, a su padre no le iba demasiado bien en el negocio del restaurante que regentaba.
Esos malditos chinos se están llevando a mis clientes, tenemos que idear otra estrategia de márketing más efectiva para fidelizar a los clientes. Céntrate en estudiar a esas dos empresas, no están copiando los productos, no podemos permitir que nos ganen más terreno –escuchó un día a su padre decir, agitado, por su teléfono móvil.

miércoles, 14 de enero de 2015

Amanece


Me desperté con los primeros despuntes del amanecer, escuchando la ferviente llamada de la naturaleza.

Entonces, subí por la escalera de piedra que conducía a aquel maravilloso lugar.

Los pájaros cantaban una sutil melodía. La fuente era blanca, como la esperanza, y de ella brotaban hilos de cristalina agua líquida.

Dispuestos a su alrededor, los bancos escuchaban su compás, formando un perfecto círculo, acompañados de una vistosa variedad de flores silvestres que tomaban su sustento del perfecto manantial.

En aquel bello paraje nos habíamos citado. No sabíamos cómo ni por qué. Solo que el destino quiso alinear los astros para que contemplasen aquel momento.

Recorrimos el universo mientras nos mirábamos el uno al otro, frente a frente.

Y allí, al sonar las primeras campanadas, nos fundimos en un interminable beso, mientras el eco de nuestros deseos repiqueteaba incesantemente.

martes, 13 de enero de 2015

Suspiros al anochecer



Es tan frágil y delicada la noche.

Es tan frágil que casi podría desvanecerse en la claridad de mis suaves ojos grises, avivados por la hermosura de la media luna que brota a través de las montañas. 

En lo alto de este cerro, pienso en ella con inusitada claridad.

Sé que está lejos, en un país que desconozco, en una ciudad, en una calle, en algún lugar que ignoro.

Es como si la magia de la noche me iluminara y me mostrase el verdadero amor, mas yo se que este no tiene cara, ni figura, ni silueta. Pero tiene un nombre que seguro descubriré.

He amado a muchas mujeres, pero a ninguna tanto como a ella.

Siento que cada dia que pasa es un instante de vida que me arrebata el destino, apoyado por el inexorable paso del tiempo, que resquebraja toda esperanza puesta en lo más hondo de mi corazón.

Espero que regrese pronto, como la primavera, y que florezca en mi interior el dulce tallo que da sentido a la vida; y que recorra con aires voluptuosos cada recodo de mi cuerpo.

Las nubes y el exuberante paisaje dibujan sus frágiles y delicadas facciones.

Ojalá vuelvas pronto.

Ojalá.

lunes, 12 de enero de 2015

Tan solo una utopía




¿Qué es lo que está pasando? -me dije desde lo más profundo de mi ser.

Me encontraba enormemente sorprendido, pero a la vez extrañado. Eso pensaba mientras recorría aquella bonita carretera comarcal. El asfalto estaba recién instalado, las líneas blancas como la tiza, y un sol espléndido se dibujaba en el horizonte. Yo caminaba con holgura mientras la suave brisa acariciaba mi rostro. Con aires desenfadados, caminaba hacia el pueblo más cercano. Había un bullicio inusual en la ciudad, la gente disfrutaba de las fiestas del pueblo, bailaban y se reían al comienzo del evento. En las tabernas del lugar, los feligreses se atrincheraban en las mesas y celebraban el comienzo de la primavera. Todos se reían sin parar mientras bebían cerveza o jugaban a las cartas.

Afuera, los niños correteaban por las calles inundados de alegría y despreocupación. Mientras, por la misma calle, bajaban los bailarines y bailarinas con sus danzas y atuendos tradicionales, al ritmo de una conocida canción.

La gente gozaba de inmensa felicidad, tanto que incluso se contagiaba y parecía que el corazón se me iba a salir del pecho, mientras bailaba al son de la música. Al terminar los actos de la mañana, fui a visitar corriendo a mi familia, a las casas bajas. Nos abrazamos todos juntos y nos alegramos de haber vuelto a vernos en tan importantes fechas, y más después de varios meses sin verlos.

Comimos juntos alrededor de aquella mesa rectangular del salón de invitados, habilitada para la ocasión.

Después de estar un buen rato junto a ellos, me decidí a dar una vuelta por el pueblo. Yo me considero un hombre de campo, ya que desde muy pequeño estuve ligado al pueblo y sus costumbres. Me percaté en ese momento de que todo estaba saliendo a la perfección, como si el destino supiera aquello que me complace y satisface, mas supongo que de alguna forma me lo merecía.

Hacía tan buen tiempo y la dicha era tan satisfactoria, que incluso ansiaba poder acariciar un poquito más de aquella sensación. Y más, y más y más. Eso es lo que hacía mientras caminaba entre los matorrales del campo, mientras bajaba colina abajo por la ladera.

De pronto, vi una luz en el horizonte, y me acordé de aquel viejo anhelo que tenía de pequeño, pero que nunca pude cumplir. Entonces, me decidí a perseguirlo con todas mis fuerzas. Terminé de deslizarme entre los últimos matorrales, hasta alcanzar la altura de la carretera. Comencé a correr con la ilusión de un niño con zapatos nuevos. Corría y corría por la pista de alquitrán, e iba tan rápido que incluso me asombré de que pudiera mantener el ritmo. Pero tras unos minutos mi ritmo de carrera comenzó a disminuir. Maldita sea, la luz seguía inmóvil al final del horizonte, ¡pero parecía que nunca la alcazaba!

Ese anhelo que perseguía era el de una sociedad en la que todos fueran hermanos, y que la paz estuviera presente en todos los pueblos del mundo.

Se despertó de un salto sobre la cama, con el corazón palpitando con inusual fuerza. El coronel sentía que debía levantarse para hacer algo importante, pero enseguida recordó que hacía un tiempo ya que se había retirado del cuerpo.

Así que, una vez desvelado, se tranquilizó; y se sirvió un café solo en la única taza que había limpia sobre el fregadero.

-FIN-

sábado, 10 de enero de 2015

Intangible



Dicen que a través de las palabras el dolor se hace más tangible, casi tanto que puedes sentir como corta tu piel y descuartiza tus emociones. Me encuentro solo en esta habitación, solo en mi propio mundo de paranoia. Mil pensamientos por segundo. Oigo la voz del homicida, que me dice que acabe con todo de una vez, que el sufrimiento no es digno. Estoy tan solo. He perdido muchas personas importantes en mi vida. Algunos murieron, otros, se alejaron de mi infértil y enfermiza existencia, anclada en recuerdos del pasado y de mejores tiempos.

Con gran esfuerzo, camino como puedo a la persiana que cubre la ventana de mi piso. Levanto la misma. La caída sería terrible para cualquiera. No estoy dispuesto a sufrir tanto. La calle, esta vacía a estas horas de la noche, y una niebla densa cubre las aceras de la ciudad. La luz tenue de las farolas apacigua mi ansiedad, mientras me pierdo observando la inmensidad en el horizonte. Quizá pensaría eso si de verdad quedase un mínimo resquicio de vida en mi interior. La pesadez de mi cuerpo solo es comparable con la de una enorme barra de hierro. Mi cabeza apenas puede sostener el mas ínfimo resquicio de mi ser.

Lo he perdido todo: amigos, familia, trabajo… Todo lo que constituía mi motor vital ha sido arrancado de mi cuerpo, como si de una mala hierba se tratase. No espero que recuerdes este relato, ni siquiera que sientas lástima, pues no la merezco.

Mientras escribo estas líneas, me deslizo en la bañera de agua caliente de mi cuarto de baño. La luz de las velas iniciará mi viaje a un nuevo mundo, donde el sufrimiento no exista, donde pueda recuperar todo aquello que el destino me arrebató.

Si tan solo pudiera volver un momento atrás. Si tan solo pudiera hacer algo para evitarlo. Pero ya es demasiado tarde, he perdido la esperanza en los hombres y en sus leyes. El tiempo que separa la delgada línea entre la vida y la muerte cada vez parece aproximarse más, hasta el punto en que la agonía supera toda sensación gratificante que pudiera haber en el baño.

¡Basta de pensar! Debo hacerlo –espeté contra mi mente.

El filo del cuchillo fascina mis sentidos, alterados por mi deplorable estado mental. Su hoja es magnífica. Su filo es asombrosamente tétrico a la luz de las velas.

Una vez colocado sobre las muñecas, no puedo más que exhalar un último suspiro y encomendarme a las fuerzas divinas que rigen la naturaleza.

Uno, dos, tres… y ya está.